martes, 2 de febrero de 2010

ejercicio1: carta a la infancia

Madrid, 1 de febrero de 2010.

Abuela bola,

No me dejabas leer de noche, ¡apaga la luz!, ¡que gasta! Y no escondía la linterna debajo de la cama porque en la aldea sólo había velas. ¡No metas la vela en la cama, que quema!, así que en verano sólo leía de día.

Abuela bola, no me dejabas entrar en el desván.
- ¡Está sucio!
- Da igual.
- ¡Está oscuro!
- Tengo una vela.
- ¡Hay ratones!
- Me voy al río.
Así que en verano nunca entré en el desván.


Abuela bola, nunca me dejabas ver la tele.
-¡No funciona!
- Pero si está encendida.
-¡No dan nada!
- ¡Hay un señor!
-Te llaman tus amigas.
- ¡Hasta la cena!


Siempre así, abuela bola. Todos los julios, todos los agostos y todos los septiembres.

Abuela bola, si me hubieses hablado más, hoy te querría menos.

R.

p.d.: Que ya sé que tenías pensión de viuda de agricultor, que el desván estaba lleno de cosas del abuelo y que la tele no te gustaba ni a ti.

2 comentarios:

nico guau dijo...

pues qué bola,

Andrés Martín dijo...

¿Sigue habiendo bola por aquí?