miércoles, 7 de enero de 2009

capítulo tres

El reparto en la aldea se realizaba puntualmente. Reparto y recogida. Carlos dejaba cestas vacías y recogía las llenas todas las mañanas muy temprano. Junto a las cestas dejaba también paquetes de papel marrón y cuerda (encargos traídos de más allá del puente). Carlos era genéticamente puntual. Puntualmente llegaba a la crisálida de Sara para encerrarse en su cama, junto a ella. Los lunes por la noche de ocho a seis, porque a las seis empezaba su reparto.

Igual que Sara, vivía solo, en un molino propiedad de Juan y María. En la aldea ya no había nadie que quisiera moler trigo o maíz. Cuando alguien tenía una bolsita de granos, Carlos la metía en la rueda. Pero eso ocurría muy pocas veces. En la aldea no había ni cereales ni gente. Por eso vivía Carlos en un molino.

Carlos hablaba poco, no le hacía falta hablar más. Ninguno de los que allí quedaban se habían alejado tanto de la aldea como él.

Más allá del puente.

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